miércoles, 25 de mayo de 2011

Cada vez es más difícil ser voluntario

Un poco de historia...

Antes de la democracia, ya existían Escuelas de Tiempo Libre. Contaban únicamente con la labor de sus voluntarios, que ponían su conocimiento y experiencia al servicio de una nueva generación de jóvenes. En algunos casos no sólo no recibían ayudas, sino que tenían que trabajar en la clandestinidad.

El comienzo de la Comunidad Autónoma, de 1983 en adelante, fue una época de grandes pactos. Los políticos y la sociedad civil trabajaron juntos, para organizar el movimiento asociativo y su relación con la Administración. Las asociaciones anhelaban ser escuchadas y los políticos necesitaban apoyarse en los movimientos cívicos, porque era imposible construir una sociedad democrática y moderna de otra manera.

En el caso de las Escuelas de Tiempo Libre, la colaboración fue provechosa. Las Escuelas se pusieron de acuerdo en el programa de los dos cursos oficiales (Monitor y Director), aceptando que fuera la DGA quien expidiera los títulos y, por lo tanto, que pudiera inspeccionar y supervisar los cursos. De esta manera los voluntarios podían titularse en cualquier escuela sabiendo que su formación tendría un reconocimiento oficial.

El modelo funcionó bien durante algunos años, pero pronto se plantearon dos problemas:
  1. Cada Comunidad Autónoma reconoce sus propios títulos, por lo que por ejemplo una monitora titulada en Aragón no puede participar en un campamento en Castilla y León.
  2. Empezaron a surgir puestos de trabajo remunerados para monitores: campamentos gestionados por empresas, ludotecas, centros de tiempo libre, comedores escolares… Al mismo tiempo, como era de imaginar, surgieron escuelas movidas por intereses económicos, aprovechando la demanda de títulos por parte de personas que querían trabajar como monitoras.
Creemos que un campamento conducido por voluntarios es una experiencia mucho más valiosa para los chavales que uno gestionado por una empresa. Pero tenemos que aceptar que también es legítimo que un joven quiera ganarse la vida haciendo lo que le gusta. El modelo voluntario y el profesional no tienen más remedio que convivir. (...)

¿Cuál es la situación ahora?

Está a punto de publicarse un decreto, a nivel estatal, que regulará las cualificaciones profesionales de Monitor y Director de Tiempo Libre. No aparecen en los borradores las palabras “voluntariado” o “asociacionismo”. Ni una sola vez. Se imponen para las Escuelas requisitos absurdos, como aulas desproporcionadamente grandes y profesores universitarios. A cambio, desaparecen otras obligaciones que eran de puro sentido común, como las prácticas obligatorias o la necesidad de tener experiencia como monitor para acceder al título de director. Incluso las escuelas que consigan adaptarse, quedarán totalmente desvirtuadas, convertidas en academias. ¿Esto es lo que la Administración entiende por reconocimiento de la educación no formal?

Con vuestro permiso, vamos a ponernos un poco filosóficos. En los últimos años estamos sacrificando los pocos modelos que nos quedan de colaboración entre entidades sociales y Administración por un modelo más frío basado en la contratación pública. El Ayuntamiento y la DGA no valoran el enorme valor añadido que ofrecen las organizaciones sociales. A cambio, se aplican los criterios fríos del concurso público y el mejor postor. Lo sufrimos con el fin de los convenios del Ayuntamiento; volvimos a verlo con los concursos de Centros de Tiempo Libre, que acabaron de un plumazo con uno de los proyectos educativos más solventes que hemos conocido, el de Gusantina. Estamos presenciándolo con el Reformatorio. Y asistiremos de nuevo al mismo espectáculo con las Escuelas de Tiempo Libre. Estamos de acuerdo en que los recursos públicos no pueden asignarse “a dedo” simplemente por la trayectoria social de una entidad. Los principios de transparencia y objetividad son fundamentales. Pero a la hora de buscar colaboradores, la Administración debería tener en cuenta, como un punto importante del baremo, el valor social añadido de las entidades.

Consejo de Juventud de Zaragoza